A mi me contagia la pena que veo en ojos tristes la lagrima que se asoma y no llega a convertirse en llanto. Me conmueve más la angustia contenida del mártir que grita en una habitación oscura y se cierra en el silencio. Me entristece la cara enferma que suplica en el desconsuelo mientras sus ojos se cierran y se abren como un nuevo respiro. Me apena la indiferencia, la intolerancia y hasta la poca paciencia de los que sufren teniendo mucho, poco o nada... No es del rico ni del pobre, el que mira hacia otro lado cuando alguien cercano, o lejano sufre, es de poco hombre, poca mujer y porque no decirlo, poco humano.